El Ingeniero Fernando Ignacio González Beteta fue un hombre muy noble, amable y bondadoso.

 

Nació un 6 de febrero de 1951 en la Ciudad de México y su pasión por los autos lo llevaron a estudiar la carrera de Ingeniería Mecánica Automotriz en la Universidad Anáhuac. En su vida profesional destacó su labor en agencias de automóviles, hasta llegar a Mercedes-Benz Guadalajara.

 

Su trabajo en las agencias automotrices lo ayudaron a desarrollar la habilidad de las relaciones públicas, por lo que se destacaría en el resto de su carrera profesional.

 

A finales de los años 90, fue invitado a trabajar en la Universidad Autónoma de Guadalajara, en específico como Director de Relaciones Públicas de ÚNICO. Posteriormente, se desarrolló en el Programa Internacional de Medicina y la Carrera de Medicina en la UAG, donde su trabajo era ser el enlace que ayudaba a resolver problemas y dudas de los estudiantes. De hecho, lo que más le gustaba de su trabajo era apoyar a los demás en lo que pudiera.

 

Durante su vida profesional fue un enamorado de la Autónoma y los Tecos, siempre fue un hombre orgulloso de trabajar para esta universidad y feliz de pertenecer a esta gran familia universitaria.

 

Pero si en el trabajo era una persona excepcional, en la vida familiar todavía lo era más. Vivió en matrimonio por 43 años con su esposa Lourdes Assad, con quien formó una familia de 4 hijos y 15 nietos.

 

 

A pesar de sus múltiples ocupaciones, siempre tuvo tiempo para estar con su familia. Era un padre amoroso, responsable y todo el tiempo se preocupó para que los lazos de amor entre la familia se fortalecieran. Con sus nietos fue el abuelo más amoroso y todo un ejemplo para ellos.

 

El Ingeniero Fernando González Beteta se destacaba por su espiritualidad con su gran amor a Dios y a la Virgen María, a quienes nunca dejó de pedir por todos los suyos y sus amigos.